Gestionar un proyecto con cabeza


¿Que necesidades tenemos a lo largo del ciclo de vida de una aplicación? Realmente siempre son las mismas:




  • Que no aparezcan grandes problemas.

  • Poder vivir tranquilo durante el desarrollo.

  • Llegar en fecha.

  • Entregar con calidad.






Y quizá, alguna más que se quede en el tintero. Al final, todas están relacionadas y todas buscan lo mismo: que salga a la perfección y el cliente esté contento.
 



En teoría, todo es muy bonito y queda muy bien, pero la realidad nos da en la cara y nos pone en nuestro sitio. Casi nunca podemos cumplir estos puntos sin un esfuerzo extra o con algún problema. Eso es lo que nos pasa a tod@s y lo que seguirá pasando, y quien diga que no, lo siento pero miente.





Nos tenemos que mentalizar en que las cosas salen, pero no salen solas ni sin empujar, necesitamos coger las riendas de las diferentes situaciones que se nos ponen por delante y aprender de ellas, gestionarlas y posicionarnos para que los problemas no se repitan una y otra vez.





La gestión de las expectativas de cliente es uno de los puntos más importantes si empiezan los problemas y reaccionar a tiempo, evitando sorpresas, nos puede salvar de muchas malas situaciones.





Si estamos haciendo un proyecto para un cliente final (que no sea interno), tenemos que tener en cuenta que, en ese momento, nos encontramos ante lo más importante para ell@s desde el inicio hasta el final y que van a pedir todo para que salga perfecto.





Como humanos que somos, existirán los problemas, las carencias, la falta de comunicación...y, posiblemente, tengamos que realizar una gestión férrea de la situación y comprometernos ha realizar un seguimiento, del que seguramente, no tengamos tiempo para hacer.





¿Y en ese momento que hacemos?¿nos dejamos llevar y que sea lo que dios quiera? La respuesta es: NO. Un no en mayúscula, potente y que nos despierte de nuestro letargo.





Necesitamos tener la situación bajo control absoluto, un plan de contingencia y sobre todo, focalizarnos en los puntos débiles que ya hemos valorado y observado anteriormente. La necesidad de hacer un seguimiento mucho más cercano debe de aparecer en el momento que veamos una mínima debilidad.





Este seguimiento se ha de realizar con una reunión global, del tiempo necesario, donde el equipo, que es el que trabaja mano a mano y conoce todos los detalles, nos de la información y las sensaciones que tiene, de ahí detectamos los controles donde poner foco y definimos los patrones a seguir para intentar solventarlos o mitigarlos. No debe de frustrarnos que no consigamos reparar todo, es lógico y es lo que suele ocurrir.





Una vez tengamos unos patrones definidos, podemos hacer una matriz de riesgos, además de introducir controles de riesgos y tener baremos sobre los que definir su estado bloqueante, KO o OK. Esto nos ayudará a verificar si lo estamos haciendo bien o mal.





Los patrones a seguir deben de definir los caminos donde se encuentra la solución, y anticiparse a los posibles contratiempos, por ejemplo, hay un desarrollo que está saliendo mal y estamos poniendo foco en darle salida, jamas debemos de presentar las fechas que se nos proponen, sino que existe un patrón que nos indica que existirá una desviación de un mínimo determinado en base a la velocidad del proyecto, ya que habrá que validarlo y seguramente surjan defectos surgidos por las prisas o incluso bloqueos por la intensidad del trabajo.





Desde mi punto de vista, aunque es difícil de realizar, cuando detectamos algo que va a comenzar a torcerse, tenemos que introducir una capa más gruesa de gestión y de trabajo mano a mano con el equipo. Apoyándonos en las sensaciones que tiene todo el grupo e intentando no imponer nuestro criterio o nuestra imposición de fechas ya que, seguro, las cosas no saldrán bien.

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