Aprender nosotros mismos de los demás y enseñar a los demás de nosotros mismos.


Cuando nos metemos en la rutina diaria, solo nos ocupamos de sacar nuestro trabajo, de intentar sacarlo en fecha y bien realizado, sin pararnos realmente a mirar a los lados y observar a nuestros compañeros, no tenemos tiempo, la sociedad actual, el modo de trabajar de ahora no nos lo permite, ponemos el modo autómata ON y no somos conscientes de nada, o de solo un poquito y si está justo a nuestro lado.







La realidad es esta, una realidad que nos está llevando a tener verdaderos problemas, se no poder afrontarlos en conjunto y de solo ocuparnos de lo nuestro. Un verdadero error que cada día es más común y que va creciendo poco a poco como un monstruo que nos está devorando.



Cuando una crisis nos acecha, por costumbre, comenzamos a trabajar en este modo autómata, pero poco a poco, muy poco a poco, vamos despertando y vamos trabajando en equipo, juntos, mano a mano…poco a poco nos empezamos a dar cuenta de que las cosas comienzan a salir mucho más rápido y mucho más ágilmente cuando hacemos piña y remamos todos en la misma dirección.



Habitualmente intentamos asumir el rol de remar nosotros solos, por no molestar, por no liar a los demás, porque no nos puede ayudar nadie, a veces, incluso, nos funciona, las mínimas veces, pero cuando el problema a resolver es grande, se nos escapa de las manos, vemos como uno solo no podemos hacernos con todo, como comenzamos, con la boca excesivamente pequeña, a pedir ayuda, a abrirnos a los demás y a formar un equipo de trabajo para cerrar el tema lo antes posible y con una garantía de éxito.



¿Qué nos está pasando? ¿Estamos perdiendo la capacidad de trabajar bien con las personas que están a nuestro lado? ¿Nos pensamos que podemos con todo, pero en realidad no es así? Hay un sinfín de preguntas que nos debemos de hacer y todas estas y las relacionadas solo tienen una respuesta, un rotundo y contundente NO.



No estamos perdiendo la capacidad de trabajar bien en equipo, ni mucho menos, trabajamos excesivamente bien en equipo, todos juntos, a la vez, pero se nos exige demasiado en poco tiempo y el día a día nos come, la sociedad en la que nos hemos montado nos está llevando a ello a una dedicación absoluta a todo, todo el tiempo y si no, en muchos casos, no eres válido. En nosotros está el cambiarlo, el que entre todos esto no pase y en que empecemos a escuchar alrededor y pedir apoyo y ayuda a los que nos rodean, algunas veces acertarán y otras, como con nosotros mismos, fallarán.



No podemos con todo, no somos máquinas. Una cosa es que nos obliguen a activar el modo autómata y otra cosa es que lo seamos y seamos máquinas del saber, máquinas que sepamos todo, que sepamos hacer de todo bien y que no necesitemos a nadie para sacar adelante las tareas.



Tenemos que acostumbrarnos, por nuestro bien, a delegar, a confiar en los demás, a trabajar en equipo y a apoyarnos unos a otros. Muchas veces veo que en vez de apoyarnos, nos estorbamos, incluso, podemos hacer que el de al lado se sienta incomodo porque da la sensación de que le menospreciamos, de que, nos creemos que sabemos más que él y por eso le medio ignoramos.



Aprender nosotros mismos de los demás y enseñar a los demás de nosotros mismos, eso es algo que no se nos debe de olvidar, algo que, por mucho que nos cueste y nos hagan creer, tenemos que luchar, de verdad, intentarlo, entre todos, no perdemos nada.

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