La teoría del Taylorismo

Cuando hablamos de procesos, tenemos que remontarnos, históricamente hablando, a tres de los precursores de las diferentes ideas que utilizamos a día de hoy. Vamos a comenzar por el Taylorismo.









Formulado y diseñado por Frederick Taylor, donde se hacía hincapié en distintas divisiones en las tareas cuando existía una producción en masa.



Taylor fue el promotor de la organización científica del trabajo y tras ello, realizó el proceso de trabajo del que vamos a tratar en este artículo. En sus industrias, que eran, principalmente del acero, hizo estudios, estadísticas y pruebas con medición de tiempos de ejecución, remuneración en el trabajo y estandarizó una revolución personal de cada trabajador, mejorando el rendimiento de cada uno.



Antes del Taylorismo, los trabajadores tenían libertad para realizar las labores encargadas, esto suponía que cada uno lo hiciese a su manera y se perdía tiempo en acciones que no eran del todo óptimas, al final, usando la destreza de cada uno y determinando que mejor manera de hacer cada acción, se sacaba un “boceto” de cómo realizar una labor en el mejor tiempo posible, optimizándolo totalmente y ahorrando costos en el mecanismo.



La principal idea fue el aumento de la productividad de las diferentes personas que participaban en el proceso industrial, pudiendo de esta manera, mejorar la cadena de trabajo. Mejorando la cadena, se mejora el rendimiento y mejorando el rendimiento, se maximiza la eficiencia, consiguiendo mayores beneficios.



Frederick Taylor puso en marcha un cronometraje de las acciones de máquinas y personas, eliminando movimientos o acciones inútiles. A la vez impuso un sistema de pagos de primas por rendimiento que supuso una motivación extra y mejoró el beneficio de una manera muy amplia, añadiendo un gran potencial productivo en las industrias que utilizaron el Taylorismo.



Una de las pegas que tuvo este método, fue que ciertas industrias comenzaron a pagar a menor precio las piezas para que los obreros trabajasen más deprisa y obtuviesen más beneficios aportando más trabajo, esto generó malestar y se solucionó a partir de un nuevo rango de trabajadores, mejor conocidos como supervisores. Además, tuvo el problema del monopolio del conocimiento, algo que hemos heredado, en muchos casos hasta nuestros días.



El Taylorismo, como proceso y precursor del resto, mejoró las industrias en el sentido de aumentar la destreza de los trabajadores, control del tiempo aumentando el capital, individualismo personal cualificado, mejora de movimientos innecesarios y aportar un mayor tiempo productivo dentro del proceso.



Según Frederick Taylor, hay que seguir las siguientes pautas para poner en marcha su proceso:


  1. Buscar y contratar a personas muy hábiles en el trabajo al que nos queremos dedicar.

  2. Estudiar y definir los movimientos elementales que hay que utilizar para realizar el trabajo en cuestión.

  3. Cronometrar puntillosamente cada movimiento o acción realizada para hacer el trabajo en concreto.

  4. Revisar los movimientos, eliminando los inútiles, lentos o poco productivos, pudiendo agilizarlos y mejorarlos.

  5. Apuntalar los movimientos efectivos, concretos y ágiles y llevarlos a cabo en una secuencia totalmente aséptica y repetirla constantemente.


Este proceso tuvo auge a finales del siglo XIX, cuando el crecimiento industrial fue enorme, pero tuvo un rechazo enorme en los trabajadores, por lo tanto, se mejoró, dando lugar al fordismo, que lo trataremos en el siguiente artículo. También, aparecieron variantes mucho más modernas como el Taylorismo digital.

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